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Candidato de Morena en Guerrero, ¿político común y corriente o estadista?

Por Carlos Álvarez Acevedo (@CarlosAlvarezMX). El autor es analista político.

Es muy probable que este lunes 14 o mañana martes 15 de diciembre, el Comité Ejecutivo Nacional de Morena, presidido por Mario Delgado Carrillo, dé a conocer quién será el candidato de dicho partido para la gubernatura de Guerrero. Aunque hay muchas “fake news” de supuestas decisiones o encuestas circulando por las diversas redes sociales, es casi seguro que el ungido será Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros.

Lo siguiente que voy a decir es muy importante: si los otros 17 aspirantes tienen y honran su palabra, entonces el ex delegado federal será candidato de unidad de dicho partido en Guerrero. Todos ellos, los 18 precandidatos, dejaron constancia por escrito de ello, firmando un compromiso al momento de su registro. De lo contrario, si Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros NO resulta elegido, deberá respetar el mismo acuerdo suscrito de buena fe.

Quien sea, deberá pensar que esto apenas comienza, y que una fractura a estas alturas generará un panorama muy adverso que se podría evitar si todos van unidos. Pero a pesar de ello, en un escenario en el que Félix Salgado, Luis Walton o Beatriz Mojica (por nombrar a los más fuertes) se fueran -uno solo o los tres juntos-, a encabezar la candidatura de otros fuerzas políticas, alianzas o coaliciones, por los números que en la actualidad tiene Morena en las encuestas, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros ganaría la elección.

Por supuesto que si apetece más la ambición o la deshonra a la palabra de Félix Salgado, Luis Walton o Beatriz Mojica -disfrazada de supuesta rebeldía- le quitaría una cierta cantidad de votos a Morena y dividiría a una porción del electorado, lo que, sin dudas, beneficiaría principalmente al PRI. Pero, aún así, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros ganaría la elección constitucional con un porcentaje de entre 3 o 4 por ciento, suficiente margen para dotarlo de legitimidad y contrarrestar posibles impugnaciones en los tribunales electorales.

Nada de esto será necesario si el mismo Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, Félix Salgado, Luis Walton, Beatriz Mojica, son congruentes entre lo que dicen y lo que hacen. Los últimos dos antes citados se la han pasado durante al menos un par de meses asegurando que apoyan en su totalidad el proyecto político de “transformación” del presidente Andrés Manuel López Obrador, y mal harían en cambiar de un momento a otro de bando, como suelen acostumbrar.

En este circo electoral de tres pistas, el que sea ungido como el candidato de Morena deberá: 1) tejer fino al interior del partido para garantizar la unidad sobre la soberbia, la ambición y la traición; 2) cuidarse de los golpes (mediáticos o físicos) de los poderes fácticos que aún controlan Guerrero (el narcotráfico, la corrupción, los intereses económicos de los contratistas de los gobiernos en turno, de los grupos que no quieren perder sus privilegios, etcétera); y, 3) convencer al electorado que realmente son la mejor opción para gobernar la entidad.

Los tres frentes son importantes, pero el último de la lista es fundamental, De nada servirá venderse como el candidato de la supuesta “transformación”, y contar con el enorme respaldo que significa el apoyo del presidente López Obrador, si no se cuenta con una visión clara de lo que el estado necesita.

Quien abandere la candidatura de Morena tiene que conformar un panel o consejo de expertos (honorario, arraigado al territorio, diverso y plural), que sin histrionismo -necesariamente separado de las decisiones del cuarto de guerra y la estructura electoral-, dedique gran parte de su tiempo a pensar y crear las mejores soluciones a las muchas problemáticas que Guerrero tiene. Ya después, Pablo, Félix, Walton o Beatriz deberán asumir el compromiso de implementar realmente estas ideas.

Insisto en que no por el hecho de querer ganar por ganar se pueden vender ocurrencias o copias mal logradas de propuestas que se han lanzado en otras entidades o a nivel federal, ya que Guerrero y sus habitantes viven sus propias circunstancias. Y sin caer en obviedades, el candidato deberá estar inmerso en la contienda, por lo que no le es humanamente posible saber o conocer de todo. Ante ello, un grupo de expertos le podría brindar una asesoría muy digna, que le permita tener una visión de 360 grados y por arriba del bosque. Sólo así se diferenciará a un político común y corriente de un potencial estadista. Es cuanto.