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Mujer guerrerense dirigiendo el “Verde” nacional; otra oportunidad perdida

Siempre habré de celebrar que una mujer, y mucho más que sea guerrerense, ocupe cargos de alta responsabilidad. Estamos en una coyuntura histórica y política en que a dicho género, en lugar de que se le apoye cada vez con más ahínco y empeño, se le está bloqueando la posibilidad de encumbrarse a las altas esferas de todos los ámbitos y sectores sociales, económicos y políticos.

¿En cuántas empresas vemos mujeres ocupando la dirección general? ¿Cuántos medios de comunicación o diarios (impresos o digitales, nuevos o tradicionales), tienen a una mujer como editora o directora? ¿Cuántas gobernadoras ha tenido México? A esta última pregunta les respondo: sólo 9 en total a lo largo de la historia del país.

Ahora hay, por primera vez, una mujer guerrerense al frente de un partido político nacional. Claudia Ruiz Massieu -quien lideró el PRI entre julio del 2018 y agosto del 2019- no cuenta, porque además de que nació en la Ciudad de México, nunca en su vida radicó en Guerrero. La hija del ex gobernador sólo compitió por una senaduría en esta entidad, misma que perdió en las urnas, pero a la cual llegó por representación proporcional.

Sin embargo, la elección de Karen Castrejón Trujillo como presidenta nacional del Partido Verde Ecologista Mexicano (PVEM) es, sin duda, una oportunidad perdida, ya que dicho instituto político ha estado, desde que fue fundado en 1986, manejado de facto por varones, entre ellos su fundador, Jorge González Torres.

Así como por su hijo, Jorge Emilio González Martínez, “El Niño Verde”, y por los amigos íntimos de este último, un verdadero ‘bon vivant’, que prácticamente desapareció de la escena pública en 2015, tras las filtraciones en la prensa respecto a la misteriosa muerte de la modelo Galina Chankova.

Castrejón Trujillo es sobrina de Arturo Álvarez Angly, que junto a Marco Antonio de la Mora Torreblanca y Alejandro Carabias Icaza, son los tres grandes amigos guerrerenses de “El Niño Verde”, cuyos familiares han obtenido a través del PVEM, buenas posiciones políticas.

Además de cargos en la administración pública de los tres niveles de gobierno, y de elección popular, que durante más de dos décadas se han pasado unos a otros, sin formar nuevos cuadros o admitir externos que les pudieran arrebatar sus prebendas.

Por ejemplo, De la Mora Torreblanca colocó como diputada plurinominal en el 2012 a su ex esposa, Diana Muñoz Andrade, quien renunció y en su lugar quedó Castrejón Trujillo, sobrina de Álvarez Angli, una joven mujer que ha ocupado diversos cargos de relevancia a nivel municipal y estatal.

Sin embargo, no se le recuerda muchos resultados, y no por ella misma, sino por la inercia de quienes controlan y seguirán controlando el PVEM, un “verde ecologista” que, por ejemplo, nunca levanta la voz cuando los ciudadanos denuncian la quema ilegal de basura.

Castrejón Trujillo es presidente nacional de un partido que impulsó la prohibición de los animales en los circos, pero no previó el destino de éstos, cuya mayoría murieron o fueron vendidos de forma clandestina. En fin, la historia de incongruencias y de falso medioambientalismo del “Verde” ya lo conocemos de sobra.

Pero también sabemos qué sucederá con el futuro del PVEM, ya que sin ser pitonisos, adivinos o profetas, podemos prever que nada de lo anteriormente descrito cambiará con la llegada de Castrejón Trujillo a la dirigencia nacional de dicho partido.

Será sólo un relevo de membrete, de simulación. Un grupo de amigos, varones todos, seguirá manejando los hilos de un instituto político que se autodenomina “verde”, pero que en realidad podría ser negro, igual que su muy manchado y desprestigiado historial.