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Dos huracanes azotan Acapulco

Por: Alejandra Fierro

El primero fue un poderosísimo ciclón tropical del que no tenemos antecedentes, con vientos de casi 300 km por hora, más fuerte en ráfagas que Paulina, Ingrid, Manuel o el Boris. El segundo huracán todavía azota al puerto y ese no duró cuatro horas, sino que hoy cumplirá tres días, nos referimos a la rapiña, a los saqueos, a lo peor de mi pueblo.

Anoche, la tercer oscuridad tras el paso de “Otis” la gente seguía saqueando y lo hicieron hasta hoy en la madrugada. Durante miércoles y jueves abrieron tiendas departamentales, algunas cuyas cortinas se habían salvado de la furia del ciclón. “Quiero comprar leche para mi bebé” me dice una madre desesperada al ver que Farmacias del Ahorro, Soriana, Aurrera, WalMart y varios Oxxos están destruidos.

Por la madrugada de este viernes el sonido de los perros, a consecuencia de las motos y vehículos que seguían por la ciudad se escucha fuerte, es más hasta una descarga de balazos retumbó en la punumbra. Y es que muchos aprovecharon que la ex Gran Plaza cayó, las puertas del castillo cayeron y el enemigo entró.

No defiendo a las grandes cadenas, “ellas tienen seguro” dicen los saqueadores, pero efectivamente hay casos de pérdida total donde sí se podía saquear, pero también establecimientos que estaban de pie y el propio acapulqueño los derrumbó.

En la Gran Plaza se llevaron lentes de Devlin, Joyería y hasta vestidos de gala. Sacaron camisas, pantallas, teléfonos, zapatillas, calzones y mucho más. Pero lo que quedó fue la miseria humana, el hambre de algunos acapulqueños que prefieren llevarse una lavadora, a sabiendas de que no habrá agua ni luz en varias semanas, a buscar agua o quedarse en casa con su familia.

Ojo no somos todos los malos, ellos no nos representan, habemos familias enojadas y desilusionas por estas acciones, que nos afectan al no poder encontrar suministros.

Es cierto también que muchos buscaron productos básicos por miedo, y es que en las colonias de la parte alta no se vio mucha presencia policial, ahí fueron los vecinos quienes entre postes y árboles caídos se abrieron paso para ir a buscar a familiares o conseguir alimento. Y es que a pesar de los avisos de alerta muchos no creyeron y no se previeron, el “nunca le atinan a sus pronósticos” fue una constante.

El miércoles caminé 10 km, no pude sacar mi carro, caminé todo Ruiz Cortines, y bajé a la Cuauhtémoc. El jueves caminamos 14 kilómetros, sin contar los 7 aventones que conseguimos para ir a ver a un familiar. Logré llegar desde el Parque Papagayo hasta el Mundo Imperial, vi la Costera y la playa por primera vez desde que “Otis” la destruyó. Por la vía turística la imagen se repite, vidrios y plafones rotos, colapso total que no se podrá reponer antes de diciembre.

En la Base Naval nos encontramos a Abelina López, la alcaldesa de Acapulco, nos confirmó un primer reporte de 30 muertos, algunos por la caída de un cerro sobre una casa en la Pancho Villa. En la Base Naval también el mar reclamó a 4 elementos, quienes perdieron la vida.

La alcaldesa confirmó que el miércoles vino el presidente López Obrador, pero fue algo rápido. Nos confirmó la llegada de 900 elementos de la CFE para levantar postes, tarea difícil por el congestionamiento causado por los saqueadores. Nos informó que la gobernadora Evelyn Salgado y ella están en reuniones constantes. El estado habilitó 30 autobuses para sacar a los turistas. La autopista fue abierta un día después del huracán. Bomberos y unidades de policía de Estado y ciudad de México pudieron pasar, así como medios nacionales que traen unidades satelitales.

De aventón cruzamos el macrotunel, en la inmensa oscuridad, tragados por la montaña, pudimos salir a ver otro Acapulco, el de Llano Largo y la Pepsi, hasta me sentía en la series apocalípticas donde todo mundo busca huir de la ciudad o llevarse lo que se pueda.

Logré llegar al bulevar de las Naciones, la escultura de Pal Kepenyes no resistió. El congestionamiento empezaba desde la Glorieta de Puerto Marqués hasta Walmart de Colosio. Aquí sacaron desde colchones, hasta sillas de lujo, es más, hasta un montacargas y un camión de Home Depot se veían por la calle.

La gente que creaba el caos no permitía el paso de cuerpos de emergencia. Algunos dieron varias vueltas desde sus casas hasta el centro comercial para llevar más y más.

De este lado también todo destruido. La nueva terminal de Estrella Blanca se hizo añicos.

Cuando logré volver, desde Mundo Imperial, pasando por Marcotunel, llegué al zócalo donde pude tener un poco de internet para dar señales de vida.

Por la noche una patrulla municipal, de las nuevas, nos ayudó a llegar a casa. Los de Guardia Nacional o Ejército nos nos ayudaron las veces que pedimos aventón y no es que estuvieran haciendo algo en las calles.

La señal de celular al principio solo era voz, mucha gente pudo decir a sus familiares que estaba bien. Ahora y solo en algunos puntos, como en el mercado, agarra un poco de señal de Internet.

Los cuerpos policiacos solo miraron el saqueo, posiblemente les indicaron “abrazos y no balazos”. Dejaron que la anarquía y el caos imperara en un Acapulco que ya batalla desde hace mucho con la gente que quiere estar por encima de la ley.

No había comunicación para nada pero los saqueadores lograron saber donde estaban los puntos débiles del capitalismo. Como los vaqueros o piratas que buscan el cofre del tesoro.

Madres y padres de familia llevaron a sus hijos a saquear, a conseguir cosas innecesarias en este momento pero que posiblemente eran su sueño de toda la vida. Los valores de estas generaciones que están creciendo quedaron en el suelo, en los escombros, les enseñaron que robar es lo principal para sobrevivir.

Una mujer lloraba afuera de la ex Gran Plaza, “mi centro de trabajo (Devlin) está siendo saqueado”.

Cubriéndose la cara, muchos solo querían sacar lo que pudieran, sin importarles si los fotografiaban. Otros sí reclamaron y amenazaron con quitarnos los teléfonos.

Esta es la anarquía de los dos huracanes, en una ciudad que ya no tiene terminales de autobús, ni oficinas del Ayuntamiento. Una ciudad que sí, como dicen todos “estará de pie”, pero a qué costo.

Seguiré reportando, cuando logre cargar mi teléfono. En la ex Gran Plaza a las doce del día, todos los días, Comunicación Social del Ayuntamiento dará una conferencia. Ahí tienen un generador de electricidad para la prensa, el cual ayer resguardamos para que no nos lo robaran.

Me dicen que en Costa Azul, en la iglesia, ya hay una planta potabilizadora y un comedor. La ayuda todavía no se ve, solo se observa caos y anarquía. Las autoridades locales no pueden solas, están rebasadas. Se requiere urgente la acción de la gobierno federal.

Gracias amigos por leernos, la noche del huracán fue espantosa, no estamos en Miami, pero nos sentimos como en las películas. Nunca un fenómeno con tanta fuerza nos había pegado.